...Pensé entonces –es decir, se vino a mi mente- aquello
del ARTE DEL NO ESCRIBIR,
del ARTE DEL NO PENSAR,
del ARTE DEL NO SABER.
Sería algo así como que la cosa va a dárseme –a dársenos- en toda su inocencia, con algún resto de verdad, algún resto de necesariedad.
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Vi delante de mí la taza de té y el té y la tetera y la misma mesa con el mantelito a cuadros y, al lado, un florerito con una flor de mi jardín.
Y pensé: esas son cosas, entidades, entes, unidades de mi entorno, son mías porque son como yo, que soy una cosa más entre ellas.
Es lo mío, es mi territorio, el de mis cosas.
Las benditas cosas.
Estoy en mi casa con las cosas mías y ellas están conmigo y hay paz.
Ahora sí puedo volver al arte de no saber, porque tengo conmigo las cosas.
Quizá con el arte del no saber, las cosas –a su tiempo- me contarán lo que sí debo saber.
Gastón Breyer
“La habitación” (así, entre comillas)
Hace 5 años
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